jueves, 12 de junio de 2008

"Desgracia" de J. M. Coetzee



Disgrace, de J. M. Coetzee
La novela del premio Nobel sudafricano deja el final abierto y con una tenue esperanza en la posibilidad de adaptación al cambio, pero la verdad es que es un libro bastante duro, que plantea las contradicciones inherentes a la evolución vertiginosa de la sociedad post-moderna. En este caso es Sudáfrica y la situación post-Apartheid marca el conflicto mayor del argumento, pero existen en la trama otras luchas parecidas a las del resto del mundo: la convivencia, a veces complicada en algunos lugares, de un mosaico de razas y culturas no es ya patrimonio exclusivo del país africano, al igual que el hecho de la incorporación de la mujer a la esfera pública en igualdad con el hombre, la visibilidad y aceptación de las distintas orientaciones sexuales así como cierta pérdida de autoridad de las generaciones mayores. La sociedad postpatriarcal no ha eliminado los problemas de clase ni los conflictos, tan sólo ha cambiado el balance de fuerzas existente hasta entonces.
Lo más interesante de la novela, aparte del estilo descarnado y seco en el que se relatan lo sucesos, son los retratos morales que hacen cuestionarte preguntas que no tienen fácil respuesta y que demuestra la fragilidad humana en situaciones límite o críticas. Son personajes en evolución, complejos, genialmente delineados. En especial llama la atención el personaje que sostiene toda la trama. David Lurie es un profesor expulsado de la universidad por seducir a una alumna: no es simplemente un viejo verde terco y orgulloso, es también un hombre expulsado de toda posición preeminente en la sociedad por transguedir normas que son posteriores a su propia moral y educación; sin más familia que su hija, una mujer adulta que toma sus propias decisiones -equivocadas o no, pero libres- a lo largo de la novela tendrá que afrontar la perspectiva de la víctima del resentimiento racial y social contra el gran macho blanco.
Creo que la novela cuenta cómo el mundo cambia y las personas que permanecen ajenas a estas variaciones convulsas de la sociedad, caen en desgracia. Quien no entienda las complejidades de la nueva situación y las nuevas correlaciones de poder consiguientes corre el riesgo de quedar atrapado o impedido por fuerzas imprevistas en el camino. En efecto, no nos educaron para vivir en este mundo ni para que nos cambiaran las reglas a mitad de la partida, pero no queda otra opción que sobrevivir.
¿El personaje de Petrus es un trasunto de Mugabe, del racismo negro contra los blancos?

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