martes, 31 de enero de 2012

Ateísmo 2.0 por Alain de Botton

Tuve la suerte de poder compartir algunos encuentros informales con Alain de Botton en su visita a Madrid hace unos diez años cuando tuve la fortuna de ser becario de la Fundación Residencia de Estudiantes. Su inteligencia, educación y cultura fueron aspectos de su personalidad que me impresionaron y que siempre llevaré conmigo, como los recuerdos de mis encuentros con otros grandes intelectuales como Claudio Magris, Jorge Semprún, o Vikram Seth.

Su explicación de cómo Proust puede cambiarte la vida me impresionó y divirtió bastante. Casualmente, una década más tarde me encuentro con una charla para la famosa plataforma TED que siento haber escuchado en el momento preciso para mí. Quizás para alguien más.

Adelanto que su charla no va a gustar a nadie, ni a ateos, ni a religiosos. A nadie con una mentalidad rígida, incapaz de confrontar de modo pacífico la diferencia. Pero esto creo que es lo interesante de su charla, que estimula a (re)pensar sobre las estructuras mentales de la felicidad humana.

Su propuesta es la creación de un ateísmo 2.0, un ateísmo que abandone el nihilismo y que obtenga aquellas ventajas que a lo largo de la historia de la humanidad nos han ofrecido las diferentes religiones.

Algunas de sus ideas o propuestas para llegar a este nuevo ateísmo son:


  • Sustituir las escrituras sagradas por la cultura y la educación
  • Reutilizar las estructuras repetitivas de la religión (rituales) para la reflexión sobre aquellas verdades que nos hacen felices o consideramos útiles
  • Dejar la exposición meramente informativa por una más parecida al sermón o la prédica, puesto que los ateos son seres humanos y también necesitan la orientación, la moralidad y el consuelo que suelen ofrecer las religiones.
  • Volver al uso del calendario para estructurar nuestro tiempo, nuestros ciclos y sincronizar encuentros con personas o ideas.
  • Redescubrir el valor de la oratoria, de la expresión oral de los mensajes de un modo convincente
  • La implicación del cuerpo, lo gestual, en la reflexión de las ideas filosóficas
  • Abandonar la idea contemporánea del arte por el arte o que el arte no necesita explicación, que se explica a sí mismo, por una concepción simbólica o didáctica del arte: el arte en la religión es propaganda, educación, transmisión de una visión moral del mundo. Los ateos pueden usar el arte como comunicación.
  • La organización colectiva es parte del éxito de las religiones. Los individuos aislados tienden a la depresión y a la incapacidad para lograr comunicar cambios sociales si no son seguidos o son parte de una organización social.
En fin, ideas provocadoras que estoy seguro de que no gustarán ni a religiosos ni a ateos contumaces, pero que quizás responden a verdades últimas de la naturaleza humana. Alguno va a decir que esto no es ateísmo 2.0 sino espiritualismo 2.0, o religión descafeinada. Y quizás tenga razón. Sólo hay que observar la organización sectaria de movimientos que se proclaman ateos para volver a observar todos los rasgos de una religión organizada. Pero no es menos cierto que sin el respeto mutuo, la educación que permite el disenso respetuoso, no es posible la convivencia pacífica entre creyentes diversos o creyentes y ateos.

Os dejo a Alain de Botton, lo explica mejor que yo:


domingo, 29 de enero de 2012

Corrupción en Izquierda Unida

A estas alturas a nadie le sorprenden los casos de corrupción que salpican a todos los partidos a izquierda y derecha, en el centro y en la periferia estatal: el caso Palma Arena y Gürtel del PP, los fondos de reptiles  andaluces y otras trapisondas del PSOE en todos lados, la voracidad de los nacionalistas de todos los colores y regiones.

Pero al indignado, al 15M, si no a todo, a buena parte, siempre les queda la excusa de Izquierda Unida, como último remanente moral de la izquierda, aunque todo sea insistir en las soluciones ya probadas como ineficaces y origen del problema: intervención del Estado en la economía, estatalismo, gasto público.

Lo que hay que dejar bien claro es que tampoco ellos son ejemplo de nada, ni dentro ni fuera de su lógica política estatalista. Leo con estupefacción una noticia que ha pasado algo desapercibida este fin de semana por la cual la Seguridad Social y Hacienda reclaman 2,4 millones a Izquierda Unida en Madrid. La noticia, publicada el pasado viernes en un medio que está lejos de ser considerado precisamente de derechas, el diario gratuito 20minutos, viene firmada por D. Fernández, merece la pena ser reproducida en su integridad:

La Agencia Tributaria y la Seguridad Social han empezado a embargar las cuentas de las asambleas locales y municipales de Izquierda Unida (IU) Comunidad de Madrid (los militantes de base) por las deudas que acumula la dirección regional, presidida por Gregorio Gordo. IU debe 1,4 millones a Hacienda y un millón a la Seguridad Social por no pagar las cotizaciones de los trabajadores en nómina del partido.


Algunas asambleas se han quedado sin recursos económicos. Varias de las asambleas perjudicadas han pedido por escrito al coordinador federal, Cayo Lara, que tome cartas en el asunto. "El importe embargado supera los 100.000 euros, y ha dejado a algunas de las asambleas sin recursos económicos para poder hacer frente al pago de locales y gastos corrientes". En la capital, asambleas como Vicálvaro, Moratalaz, Arganzuela, Tetuán y Usera, y en la región, las de Majadahonda o Las Rozas, han visto cómo sus cuentas eran embargadas o bloqueadas. "Curiosamente, no eran las asambleas embargadas las que tenían deudas con la dirección regional. A nosotros nos han bloqueado todo el dinero, más de 3.000 euros", explica a 20 minutos un portavoz de una de las asambleas afectadas.


"Hacienda y la Seguridad Social están embargando todas las cuentas con el mismo Código de identificación fiscal (CIF), ya que todas las asambleas lo comparten. IU Madrid tiene una personalidad jurídica propia distinta al del resto de federaciones", explican en la secretaria de finanzas nacional.


Mientras que los militantes tachan de "opaca, dejadez de funciones y falta de diligencia a la dirección regional", fuentes de la Ejecutiva madrileña aseguran a este diario que se pedirán explicaciones y responsabilidades "por la quiebra económica" en la que se encuentra el partido en Madrid. Y que se exigirán este próximo lunes, cuando se reúne la Ejecutiva regional con Gregorio Gordo a la cabeza.


Un portavoz oficial de la dirección regional reconoció la deuda, que calificó de "histórica" debido a los descalabros electorales que ha sufrido IU y que han reducido notablemente sus ingresos. "Ya se está pagando la amortización de la deuda y se está al día en los pagos a la Seguridad Social y a Hacienda".


212.326 euros sin acreditar
No es el único problema financiero que acosa a IU Comunidad de Madrid. La Cámara de Cuentas ha descubierto irregularidades contables e incumplimientos en la Ley Electoral en las cuentas de IU. Un informe que fiscaliza la contabilidad electoral de los comicios autonómicos de mayo de 2011 revela que IU no ha justificado debidamente 212.326 euros en gastos electorales.


Además, IU tampoco acreditó el pago de un importe de 164.071 euros como gastos derivados de la campaña electoral. Como ejemplo, la Cámara de Cuentas asegura que un proveedor facturó gastos a IU por valor de 37.781 euros, pero no se remitió información al respecto, incumpliendo así la ley. "Las cuentas son opacas y no sabemos qué son esos gastos irregulares. Es necesaria una comisión de finanzas para aclararlo", señala un miembro de la Ejecutiva regional.


El marido de la diputada
IU Comunidad de Madrid se gastó 551.383 euros en la campaña electoral autonómica de mayo de 2011, según la Cámara de Cuentas. De todo ese dinero, 278.569 euros (el 50,5% del total) lo facturó la empresa Berga Comunicación y Desarrollo, propiedad de Juan Berga, esposo de la diputada autonómica Libertad Martínez, responsable electoral de la campaña de IU en la región. Berga fue expulsado de IU. La dirección regional asegura a este diario que todo es legal y que la formación siempre contrata a proveedores que "trabajan muy bien".

Por si esto no fuera suficiente, a finales del mes de diciembre salieron a la luz, por imposición del Banco de España en un ejercicio de transparencia, las retribuciones de las cúpulas de las entidades que han recibido fondos del Estado. Esta información ha permitido saber la oportunidad de ganar dinero que para muchos viejos políticos -y algunos que siguen ocupando cargos públicos- ha supuesto la conversión de las cajas en bancos, tal como explica hoy el diario El Mundo en un extenso reportaje que publica el suplemento Mercados.

Lo más sorprendente es que en grupos de cajas de ahorros que han recibido respaldo público aparecen con notable frecuencia retribuciones de consejeros que superan los 400.000 euros y, en algún caso, que sobrepasan el medio millón.

Es el caso de José Antonio Moral Santín. Histórico diputado de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid que encontró acomodo primero en Caja Madrid y ahora también en Bankia y en su matriz, el Banco Financiero y de Ahorros. 

Según la información publicada por estas entidades, Moral Santín obtuvo una retribución global en el año 2011 de 526.000 euros. Así, percibió 278.000 euros del Banco Financiero y de Ahorros y otros 231.000 euros de Bankia. Caja Madrid le aportó 17.000 euros antes de que se incorporara al BFA.

Creo que los datos objetivos hablan por sí solos y no necesitan mucho más comentario. Los sindicatos amarillos CCOO y UGT, sindicatos verticales del régimen partitocrático, son los principales culpables de las dificultades que encuentra la contratación de trabajadores y por tanto, del paro que asola al país, y son, junto con IU, instituciones que sólo representan a sus cuadros y las subvenciones y prebendas con las que viven. Si uno quiere seguir siendo de izquierdas, está en su derecho de seguir equivocado, pero si tiene un mínimo de decencia y coherencia, deberá concluir que sindicatos y la marca electoral de los comunistas del PCE hace tiempo que dejaron de representar a la clase trabajadora, si es que alguna vez lo hicieron.

jueves, 26 de enero de 2012

La concepción islámica del dinero es libertaria (o casi)

En algún otro post hemos comentado la extraña relación de paralelismo que existe entre la concepción islámica del dinero y la que tenemos los libertarios partidarios del patrón oro.

Esta clase del Sheik Imran Hosein, vuelve sobre el tópico y quisiera compartirla con todos para tener una visión más ponderada del Islam. Si dejamos a un lado las referencias coránicas y la idiosincrasia de los países árabes y la cultura islámica, lo que viene a decir en términos simples y perfectamente entendibles es que para el mundo islámico clásico el dinero era materias primas, commodities, que servían para los intercambios comerciales, medida para el cálculo del valor y como medio de atesoramiento del valor por su incorruptibilidad (o resistencia al tiempo) y fácil divisibilidad. Citando al Profeta Mahoma, para el islam clásico el dinero era el oro, la plata, los dátiles, el trigo, la cebada y la sal. Idealmente los metales preciosos, pero ante su falta o escasez, aquello que se podía almacenar durante tiempo y cambiar por otros productos. Para el Islam el cambio de dinero por dinero con interés es riba, usura y es pecado (haram), porque su uso sistemático desposee a los más pobres de sus propiedades y enriquece más a los ricos. Es interesante que para esta cultura surgida en un pueblo de pastores nómadas y agricultores no se cuestiona la propiedad privada, sino el uso de la usura, esto es, la devaluación de la riqueza atesorada por el dinero. Los economistas criticarán la visión demasiado simple de ver todo préstamo como usura o la visión de la economía y el comercio como un juego de suma cero (carecen de la visión subjetivista del valor que ha desarrollado la teoría austríaca por una visión metafísica o revelada del valor) pero, con todo, da en el clavo en algunas cuestiones esenciales, al menos para los libertarios.


A partir de estos principios, el Sheik analiza el sistema monetario internacional a partir de la creación del modelo de banca central (Banco de Inglaterra y la Reserva Federal) y el progresivo abandono del patrón oro por la moneda fiduiciaria lo que considera el arma más potente del Anticristo (Dajjal) el imperio. Muy sabiamente critica no sólo el papel moneda, sino lo que ha de venir tras la ecatombe financiera que se está gestando (el fin del dólar como divisa de referencia internacional), la creación del dinero electrónico, que permitirá trazar todas nuestras transacciones y evitar el anonimato en el uso del dinero. En este esquema monetario no sólo se está produciendo la mayor estafa a nivel mundial y la mayor transferencia de riqueza de las masas a una élite imperialista, sino las bases de nuestra esclavitud. La respuesta, en palabras de un hombre religioso no puede ser otra, es la vuelta a la moralidad islámica. Si nos sustraemos de toda explicación metafísica, tiene razón en decir que las únicas riquezas reales son los alimentos, los recursos naturales, y la vuelta al patrón oro o bimetálico, que en el mundo islámico remite al dinar de oro y el dirham de plata. La única respuesta posible es salir de la lógica del sistema sostenido en deuda a nivel supranacional (el dólar y el euro), nacional (la deuda pública) y privada (deudas de empresas y particulares) y volver a uno sostenido en riqueza real atesorada, ahorros (tierras fértiles, commodities y oro). Lejos de una llamada a la autarquía o al decrecimiento, una vuelta a la racionalidad y ética económica debe partir del reconocimiento de este error o crimen que es vivir a costa de los demás, de su esclavitud.

Independientemente de lo que opinemos cada uno de la religión musulmana, y si obviamos los tonos judeofóbicos de su discurso (hay que diferenciar la élite financiera, independientemente de su credo o fe y el pueblo israelí o los judíos, víctimas igual que todos los demás de esta estafa monetaria) creo que su visión económica es de interés y quizás remita a una verdad moral última: nadie tiene derecho a desposeer a otra persona de sus propiedades legítimas, nadie tiene el derecho a sojuzgar y someter a otro mediante la deuda y la usura, mediante la estafa o el engaño, nadie debe cambiar los acuerdos contratos libremente acordados entre dos partes. Nuestro sistema financiero y bancario es una gran estafa masiva que nos está desposeyendo de nuestra riqueza mediante la inflación y la reserva fraccionaria, y esto es evidente a cualquier persona racional y ética. Y lo que es peor, está sellando las bases de nuestra esclavitud, el fin de nuestra libertad. Salam al'Islam.

miércoles, 18 de enero de 2012

Clases sociales: Clase Económica, Política y Pretoriana

Mucho se ha hablado o escrito sobre la división de las sociedades presentes o pasadas en clases, en castas o estamentos. En los años en los que el marxismo estaba más presente en los análisis sociológicos, se hablaba de clases de poseedores y desposeídos. Pero con el avance de la propiedad privada -especialmente la inmobiliaria- y el consumismo en todo occidente, esta retórica no describía de modo completamente acertado las sociedades avanzadas. Se pasó entonces a dividir nuestra sociedad en una triple escala de clase alta, media y baja en función de la renta disponible por cada persona.

Ahora un lugar común es la desaparición de la clase media y del "Estado del Bienestar", o del "American Dream" estadounidense. Lo que para algunos nos estaría retrotayendo a la dialéctica marxista de la lucha de clases y la necesaria redistribución de la renta basada en la falacia de que el juego económico es de suma cero (si unos no tienen es porque otros les han quitado su parte de la tarta, que es la suma total de la riqueza existente o creada).

Sin embargo, este análisis cuantitativo, nos habla de cuanto se compensa a cada actor social y nada nos dice del cómo y por qué son compensados cada uno de estos actores.

La teoría libertaria nos sigue hablando de clases en la sociedad pero la divide en al menos dos o tres: la económica, la política y la pretoriana. Las ideas que expongo no son mías y son una paráfrasis del artículo que he encontrado en la interesante web libertaria de Lew Rockwell. Son ideas que ya se encuentran en las obras de Murray N. Rothbard y otros libertarios, pero que están expresadas de un modo muy claro en el artículo al que me refiero y parafraseo en esta entrada, firmado por Pete Kofod.

La clase económica sería lo que se conoce también como sector privado. Aquel conjunto de personas que libremente y de modo voluntario ofrece productos y/o servcios que otras personas adquieren voluntariamente en un mercado regido por la oferta y la demanda. Capital, recursos empresariales y humanos se coordinan de modo espontáneo para cubrir la necesidades demandadas por el mercado.
Según este punto de vista, lo que define la pertenencia o no a esta clase no es la cantidad de dinero o riquezas que acumule cada actor implicado como su participación en un mercado libre y abierto. Empresarios y empleados que producen y venden sus productos y servicios a otros particualares o empresas conformarían la clase económica o productiva de un país. Esta clase ha sido la mayoritaria proporcionalmente en aquellos países económicamente más avanzados y potentes del mundo.

La clase política sería lo que se conoce también como sector público. Al igual que la clase económica su pertenencia de clase no viene definida por la cantidad de ingresos que perciben, sino por el modo en que lo obtienen. Mientras que la clase económica obtiene su riqueza en los intercambios libres y voluntarios de los mercados abiertos, la clase política utiliza la coerción y el engaño para obtener sus objetivos económicos. Estos engaño y coerción puede hacerse de modo directo o de modo indirecto a través de gente apoderada para ejercerlos.

La estratificación de la clase política incluye, obviamente, y en primer lugar a los ladrones y asaltantes ocasionales que uno se puede cruzar cualquier día por la calle. Pero en cuanto a importancia, por su sistematicidad en su expolio, hemos de incluir a quienes dan nombre a su clase, a los políticos, sean estos cargos electos, por designación o por lo que en países capitalistas avanzados no se entiende bien, por oposición.

Dentro de la clase política tenemos que incluir no sólo a todo el funcionariado, subclase de por sí en los países europeos del Bienestar del Estado (que no viceversa), sino toda una clase de lobbyes y empresas que cabildean en las esferas del poder para lograr prebendas, privilegios y subvenciones otorgadas por los diferentes estratos de la clase política: desde bancos que financian campañas políticas a cambio de rescates multimillonarios cuando entran en pérdidas, a grandes empresas o sectores productivos asociados en forma de cartel que amenazan con lanzar al paro a miles de trabajadores si no logran una subvención pese a dedicarse a actividades que dejaron de ser rentables o productivas, a toda clase de asociaciones que viven a costa del erario público como el sindicato de la patronal, los sindicatos estatales que dictan la legislación laboral, la Iglesia católica y en menor medida otras confesiones religiosas de España, asociaciones de todo tipo con agendas políticas muy determinadas y que reciben dinero público mediante subvenciones y contratos públicos (feministas, antiabortistas, ecologistas, industria petrolera y del gas, gays, asociaciones y colegios religiosos concertados, ONGs, empresas y empresitas a las que compra y contrata la administración mediante enchufe, dedo y comisión, etc.).

En países que en realidad nunca pasaron de países en vías de desarrollo, este suele ser un sector hiperdimensionado. En España se calcula que más del 50% de la actividad comercial del país está dominada de modo directo o indirecto por el sector público. Si una empresa privada ejerciera dicho porcentaje de la actividad económica de un país, ¿qué opinaríamos? ¿Por qué deberíamos considerar diferente el oligopolio o monopolio del estado?

Curiosamente, vemos que los miembros de esta clase política suelen moverse siempre entre estos tres subgrupos: los políticos en sí y funcionarios, los lobbys, cabildos o grupos de presión, y las empresas que viven de contratas públicas, generalmente sin ofrecer un producto o servicio realmente demandado por el sector privado. Todos los casos de corrupción que observamos en España se producen aquí. Poca gente, sin embargo señala el origen de la misma, que no es tanto moral o ética, sino estructural. Del mismo modo que la humedad hace proliferar los champiñones, los presupuestos públicos abultados generan corrupción. Porque la primera corrupción es el presupuesto público abultado, la sustracción a clase productiva y desviación de los recursos que serían mejor aprovechados en consumo, ahorro e inversión por la clase económica. Una superficie seca, soleada y aireada no enmohecerá nunca, como unos presupuestos públicos pequeños, ajustados y transparentes harán muy difícil la corrupción.

La ineficiencia subsidiada, la destrucción o impedimento a la creación de activos y la confiscación de la propiedad son sólo algunos de los efectos perniciosos de la clase política ejercidos por la fuerza sobre la clase económica. En resumen, el poder de negociar pasa del comprador, en el caso de la clase económica, al vendedor, en el caso de la clase política. Como se puede imaginar esto crea toda clase de dislocaciones de recursos e incentivos perversos en las empresas que deberían regirse tan sólo por la voluntariedad de entrar en los mecanismos de los mercados libres sujetos a la oferta y la demanda, y no por las distorsiones que crean los dictados de la clase política. Conforme la economía, gracias al trabajo, ahorro e inversión de una población creciente y las nuevas tecnologías han incrementado su productividad, las intervenciones de la clase política en todo el mundo han ido creciendo del mismo modo, pudiendo afirmar que los mercados total o relativamente libres son una excepción comparados con los intervenidos por los poderes públicos.

Dado que este intervencionismo en la clase económica no se da buen grado, no es voluntario, sino forzado, la clase política necesita que buena parte de su gasto vaya hacia una serie de agencias y organismos regulatorios, confiscatorios que implementen por la fuerza sus objetivos. Estos organismos encargados de llevar a cabo la violencia estatal serían una cuarta subclase de la clase política, aunque, como bien señala Pete Kofod, su desarrollo ha sido tal, al menos en los Estados Unidos, que considera que nos encontramos ante una tercera clase autónoma, la clase pretoriana.

La clase pretoriana, como se puede imaginar, está compuesta por todas las fuerzas de seguridad y orden público, así como el ejército, incluido el ministerio de "defensa" y todos los cuerpos funcionariales encargados de la implementación forzosa de la ley (inspectores de hacienda, fiscales de estado, funcionarios de prisiones, servicios sociales y de tutela de menores, etc.). Su función principal es el mantenimiento del orden y funcionar como fuerza o presencia intimidatoria en las relaciones de la fuerza política con la clase económica.

Conforme la clase pretoriana asciende en importancia en la sociedad, el mensaje que se transmite, aunque sea de modo tácito, es que todas las actividades que suceden en la clase económica se producen bajo su consentimiento o permiso. La clase pretoriana goza por esta razón de una gran autonomía puesto que tiene el monopolio legítimo o legal del uso de la violencia y es el encargado de la ejecución de todas las normas, leyes, regulaciones dictadas por la clase política o por sí misma en los ámbitos cada vez maoyores en los que alcanza autonomía.

Los miembros de la clase pretoriana suelen reclutarse dentro de su ámbito natural de socialización -la misma familia- o en los estratos más bajos de la sociedad, dándoles la oportunidad de acceder a unos recursos que, de otro modo, les hubiera sido difícil lograr por medios económicos o políticos. En el proceso de entrenamiento e indoctrinamiento se hace énfasis en el bienestar colectivo y se desincentiva el pensamiento independiente o la crítica, reforzando las estructuras jerárquicas típicas de una cadena de mandos. Esta socialización crea un grupo compacto, con una identidad propia que, a jucio de Kofod presentaría las siguientes características:

  • Ver a todas las personas conforme a una posición o grado de amenaza real o potencial. Es decir, una visión conflictiva de la realidad, lo que predispone a la acción violenta.
  • Una socialización tendente a ser cerrada y endogámica entre ellos y sus familias.
  • Se considera la lealtad como el mayor honor. Esto lleva a que el corporativismo tienda a tapar y cubrir los errores o deslices de los compañeros de armas, la justicia se imparta de modo interno.

Aunque en las sociedades relativamente pacíficas y prósperas la clase pretoriana lleva una vida discreta como un subgrupo dentro de la clase política, conforme la clase política se vuelve más y más voraz, surgen los problemas de orden público y se requiere más y más su presencia y visibilidad.

Esta visibilidad y creciente preponderancia cumple la función de que la clase política pueda demostrar a la clase económica la decisión de llevar a cabo sus objetivos de un modo más visible. Se le conceden privilegios y facilidades para ellos y sus familias.


Otro cambio de esta visibilidad sucede en el cambio de los uniformes, cada vez más oscuros e intimidantes en sus complementos de uniforme combate: cascos, guerreras, chalecos antibalas, protecciones, botas militares, armas, galones o placas. Todos estos atributos sirven para reforzar su aspecto fiero y distintivo y mantener una intimidación de baja intensidad, lista siempre a ser de mayor en cuanto la ocasión lo permita. Aunque Kofod se refiere al caso estadounidense, la tendencia a una mayor militarización de los cuerpos de policía se observa igualmente en España, donde cuerpos locales como los Mossos d'Esquadra o la Ertzainza, o la Policía Nacional y hasta municipal, crecientemente pueden verse con uniformes antidisturbios por las calles.

Conforme la influencia de la clase pretoriana sube, así lo hace el tanto por ciento de recursos que consume. En equipamientos, transportes, entrenamientos, relaciones de colaboración entre cuerpos distintos. La prueba de esto en España se ve en que el nuevo gobierno de Rajoy, pese a los recortes de gastos y subidas de impuestos anunciados, ha congelado la oferta pública de empleo en todas las categorías menos en las de seguridad pública e inspección de hacienda y no ha tenido reparos en gastar casi millón y medio de euros en botes de humo y gases lacrimógenos según se lee en los anuncios del BOE del 31 de diciembre de 2011.

Como la ociosidad es mala consejera, estos cuerpos están siempre en busca de enemigos reales o potenciales o ejercitando sus habilidades marciales en entrenamiento. Para Kofod, Estados Unidos estaría en estos momentos desarrollando esta clase pretoriana a niveles peligrosísimos, no ya para las zonas invadidas por sus tropas, sino para la propia ciudadanía americana (2012 National Defense Authorization Act y el control sobre los medios y la voces críticas, incluída la libertad de internet con la excusa de los derechos de autor). El gasto militar se ha disparado en las últimas tres décadas y es buena parte del gasto brutal que está poniendo la economía de los Estados Unidos en solfa. En Europa, al ser territorio ocupado tras la segunda guerra mundial, nos obligaron a deshacernos de buena parte de nuestros ejércitos coloniales para desarrollar los mecanismos internos de control de la población mediante el Hiperestatismo que se ha dado en llamar el Estado del Bienestar. Pasamos de ser países colonizadores a países (auto)colonizados.

El caso de España tiene sus características particulares, porque no hizo falta la intervención de ningún ejército extranjero en principio. Franco mandó el ejército colonial español contra su propia población para asegurar los privilegios de la clase pretoriana. La intervención de las fuerzas internacionales perdedoras de la segunda guerra mundial (comunistas y fascistas) y la posguerra, sólo dejó allanado el camino para los pactos de Franco y Eisenhower para establecer bases militares americanas en nuestro suelo soberano, y converger, antes y tras la muerte del dictador, con el resto de la Europa socialdemócrata en un proceso guiado por la CIA y la socialdemocracia alemana (el amigo Brandt y su fundación Friedrich Ebert) a través de Su Majestad el Rey. En 1975, perdimos nuestras últimas colonias a favor de otro socio preferente de los estadounidenses, Marruecos, y nuestro número de funcionarios creció desde entonces un 100% cuando nuestra población sólo aumentó en menos de un tercio, nuestra industria se desmanteló y nuestro crecimiento se vinculó al sector servicios, al ladrillo y la paella aparejados al turismo. El proceso de convergencia con la CEE, luego UE, y el desarrollo autonómico sólo ha hecho reforzar la pérdida de soberanía nacional de este país intervenido y autocolonizado que todavía algunos llaman España y que se ha convertido en la Florida de los Estados Unidos de Europa: naranjas para exportar y jubilados del norte buscando horas de sol y vida barata.

Kofod encuentra esta creciente militarización de la sociedad, especialmente de la norteamericana, preocupante y, por analogías históricas con el Imperio Romano y el Tercer Reich Alemán, la interpreta como una señal de debilidad o decline civilizatorio, como crisis que pagará bien caro la población civil. Por eso hace una llamada de alerta a la clase económica para que identifique cuales son los hitos de esta creciente militarización, y cuales son los puntos de no retorno, para que en la medida de lo posible los resista o desactive antes de su realización o tome medidas para su autoprotección. Las señales de una eventual pérdida de riqueza, libertades personales y hasta vidas humanas que afecten a todos ya se están dando.

Estamos ante un nuevo colapso estatal propiciado por el gasto inasumible que la clase política y pretoriana están comprometiendo a costa de la clase económica. El malestar y la inestabilidad es creciente y sólo harán reforzar las dinámicas hacia la jerarquización autoritaria para controlar las protestas. Sólo hay un camino hacia la paz y la prosperidad y pasa por desmontar el Hiperestado, la estructura que crea y sostiene a las dos clases parásitas, y no por reforzarlo con más impuestos, gastos, déficit y deuda públicos.

lunes, 16 de enero de 2012

Los nietos de la Revolución Cubana

Interesante documental sobre la realidad de Cuba. El estatalismo es el fracaso de la juventud en todas partes. Allí donde es más fuerte, los estados socialistas, peor. Vean, vean:

El falso libertarianismo de la Thatcher y Reagan

Existe un mito dentro de la derecha "liberal" o los conservadores liberales y es el de representar Margaret Thatcher y Ronald Reagan como modelos políticos a seguir en cuanto a lo que a liberalismo se refiere. De un modo bastante acrítico, tanto a derecha como a izquierda, se ha identificado el (neo)liberalismo con la "Revolución conservadora" o las políticas monetaristas de la Escuela de Chicago, el llamado Consenso de Washington.

Si hay un concepto discutido y discutible, parafraseando a quien acaba de dejar atrás la viña destrozada por los cerdos, es el de liberalismo, porque hay tantas definiciones como personas que se dicen liberales o que acusan a otros de ser (neo)liberales.

La acepción que me gusta manejar a mí para liberalismo es la que se rige de modo lógico y coherente a partir de una serie de principios sólidos e irrefutables: respeto irrestricto a la propiedad privada, incluídos para cada individuo su cuerpo y vida, integridad física y posesiones legítimamente obtenidas, y los acuerdos libres voluntarios, o si se prefiere, el principio de no agresión, que están en la base de todas las libertades individuales y económicas que se derivan de estos axiomas.

Yo defiendo como verdadero liberalismo, o al menos como la versión de esta corriente ideológica más coherente, el liberalismo libertario, que, surgiendo del Liberalismo Clásico, se apoya en los desarrollos teóricos de la Escuela Austríaca de Economía y las escuelas del radicalismo político y el anarcocapitalismo, agorismo, etc. Por eso, si va inducir a confusión, prefiero el término libertarianismo, que, pese a ser otro concepto discutido y discutible, puede que acote más el sentido en que uso la palabra liberalismo en esta entrada.


Como ha demostrado uno de los teóricos libertarios actuales más sólidos, el autor de Libertarianism Today, Jacob H. Huebert, los gobiernos de Ronald Reagan no fueron una revolución, y menos una revolución liberal o libertaria. Pese a toda su retórica antigubernamental, Reagan en sus mandatos hizo crecer el gobierno y engañó a los libertarios, a quienes les pidió su apoyo a cambio de casi nada.

Como expone Huebert en su artículo Reagan no fue un libertario por varios motivos: se apoyó en la derecha religiosa americana, que para nada habría aprobado la moral libertaria individualista, como sucedió en la escalada en la guerra contra el narcotráfico o las numerosas intervenciones militares en el exterior (tropas en Líbano, apoyo a Sadam Hussein, intervención en Nicaragua, y el apoyo a la Contra en Irán, entre otras). Lejos de eliminar el reclutamiento como había prometido, lo mantuvo y sostuvo una escalada de gasto militar y en armas nucleares.

Si atendemos a los resultados y no a la retórica a favor de los mercados libres y la contención del gasto público, también se puede observar que su política económica también hizo poco por la liberalización: durante sus dos mandatos las restricciones a la importación crecieron 100%, prácticamente dobló al Presidente Carter en las cifras de gasto y déficit estatal, si no se corrigen estas cifras con la inflación. Porque esa es otra, tampoco redujo la inflación, aunque comparativamente con los setenta, se contuviera su crecimiento. Sus políticas monetaristas fueron opuestas a la restauración del patrón oro, y la estabilización monetaria, lo que ya habría bastado para no incluir a Reagan entre los liberales, al menos no entre los liberales libertarios o de la Escuela Austríaca. La Reserva Federal siguió imprimiendo a lo loco igual durante sus años.

Otro de los mitos pseudolibertarios del mandato Reagan fueron las bajadas de impuestos. Con ese eslógan ganó las elecciones, pero de nuevo la realidad viene a desmentir la retórica, puesto que bajar los impuestos mientras se aumenta el gasto es una tomadura de pelo al contribuyente: lo que no se paga en impuestos se paga en aumento de la inflación o aumento del déficit y la deuda pública, lo que es simplemente aplazar el pago de impuestos a las generaciones futuras junto con los intereses y la pérdida del poder adquisitivo aparejado. Lo peor de este lugar común, es que, de hecho, Reagan sí subió los impuestos en determinados tramos, y lejos de eliminar la Seguridad Social, obligó a los trabajadores a pagar más por sus seguros.

Y en lo que se refiere a las desregulaciones, aquello más positivo que se puede reconocer en sus mandatos, las que se llevaron a cabo fueron la implementación de políticas ya comenzadas y diseñadas, irónicamente, al final del mandato Carter, quien ha pasado, pese a esto, por ser el presidente más socialdemócrata de los Estados Unidos hasta la llegada de Obama: industrias del petróleo, gas, aerolíneas y transporte por carretera.

La conclusión de Huebert es clara: los años de Reagan fueron malos para la libertad y el libertarianismo  o liberalismo libertario, pues fueron una restauración de los valores conservadores asociados al militarismo, el nacionalismo proteccionista, apoyada en el monetarismo de la Escuela de Chicago y el mercantilismo amigo de las corporaciones, para nada en los mercados libres y verdaderamente desregulados.

Los libertarios que simpatizaron al comienzo con la retórica de Reagan, o bien se amoldaron al establishment -caso de la esfera del Cato Institute bajo la financiación de los magnates del petróleo Koch- o bien se apartaron desilusionados al ver sus aspiraciones sumidas en el déficit público rampante. Que sus políticas fueron malas para libertad quedaría demostrado por el aumento brutal del gasto público y el intervencionismo estatal durante los mandatos republicanos posteriores de los Bush.

Quizás la única virtud que se le pueda ver a todo este periodo y es algo que Huebert pasa por alto en su artículo es que este aumento del gasto tuvo aparentemente una consecuencia buena: empujó a al URSS a acometer un esfuerzo de gasto similar en una economía mucho menos productiva, lo que provocó, en última instancia, el colapso del gigante soviético y del bloque del Pacto de Varsovia bajo su control. ¿Hasta qué punto la amenaza de la Unión Soviética era real para occidente en los años 80 y no una excusa para mantener el gasto militar? Supongamos que esta amenaza fuera más real que retórica o que antes del colapso soviético se sintiera, ante falta de más información, como tal. Con el fin de la Guerra Fría este enorme gasto militar tendría que haberse reducido drásticamente, sin embargo, Estados Unidos buscó la excusa del terrorismo islámico o la crisis sistémica del sistema fianciero para mantener esta escalada del gasto público -no sólo militar- que ahora esta amenazando con el colapso de los estados occidentales a los dos lados del Atlántico.



Con respecto de Margaret Thatcher se puede decir otro tanto. Vuelta a poner de moda recientemente por la pelicula The Iron Lady (Phyllida Lloyd, 2011), fue la contraparte británica de Reagan. También ha sido defendida como adalid y ejemplo de políticas liberales por un sector de la derecha. Sin embargo, una revisión más cercana a los hechos, lejos de la retórica de los discursos de Thatcher y sus corifeos, puede revelarnos las luces y sombras de la primera mujer en acceder al puesto de Primer Ministro en Gran Bretaña.

La semana pasada fui a ver la película de Phyllida Lloyd espoleado por las malas críticas y reacciones adversas que recibió en el periódico Público. Como drama histórico hecho al gusto actual de mostrar el lado humano de los grandes dirigentes, se puede considerar un filme logrado. El planteamiento dramático del guión (Abi Morgan) está conseguido con efectividad y la interpretación y caracterización de Meryl Streep merecerá un Oscar con toda seguridad.

La película se centra aspectos personales, emocionales, familiares, privados, de la personalidad y vida de la dirigente, pero pasa, creo que inteligentemente, por encima de los fárragos de la política real y la ideología de Thatcher. Un drama de este tipo no tiene tiempo material para ahondar en cada uno de los episodios de la política de los tres mandatos thatcheritas, episodios que merecerían una película por sí solos (la crisis y recuperación económica, los problemas de orden público, las privatizaciones, los recortes sociales, el enfrentamiento a los sindicatos y los mineros, la guerra de las Malvinas, su lucha contra el terrorismo del IRA, las intrigas dentro de su partido para derrocarla, etc.).

Formalmente, ninguna pega a la película. Ahora, en cuanto a los contenidos políticos o ideológicos, estoy hasta cierto punto de acuerdo con la crítica que ve el feminismo de la Thatcher traído por los pelos. Fue una mujer de carácter, individualista, pero de ahí a que fuera feminista o un modelo para las feministas, va un trecho. Para bien o para mal, Thatcher no fue una feminista, por mucho que tuviera que luchar y sobreponerse contra el machismo de su sociedad. Su relativo feminismo, como su relativo liberalismo fue producto de la necesidad de los tiempos que le tocó vivir más que fruto de ningún convencimiento ideológico.

Quizás junto con medidas económicas exitosas y liberalizadoras como el control de la inflación y la desregulación de los mercados financieros, la flexibilización laboral, las privatizaciones de empresas públicas ineficientes y recortes o eliminación de subsidios, el énfasis en los mercados abiertos, lo mejor sea su concepción de la virtud individual, la independencia y la responsabilidad que la libertad supone. Se nota, a diferencia de Reagan, una influencia de su lectura de la obra de Hayek, Camino de Servidumbre y sólo ese detalle hace que la prefiera sobre el americano. Su desconfianza hacia el Estado como buen gestor de la economía quizás proceda de ahí y su victoria sobre los sindicatos mineros es meritoria. Otra herencia positiva desde un punto de vista libertario quizás sea su euroescepticismo, su crítica a  la proliferación de un poder público centralizado supranacional en Europa.

Por lo demás, se le puede acusar de los parecidos defectos que a Reagan. Su política económica dependió del monetarismo y su lucha contra el gasto y el déficit no se aplicó de modo coherente a la hora de recuperar las Malvinas. Sus concepciones y políticas moralistas y conservadoras contra el crimen y el desorden escondían tics autoritarios y xenófobos sobre la raza, la inmigración o la homosexualidad y la familia. Partidaria de la pena de muerte, de la censura audiovisual, también estuvo en contra de facilitar el divorcio.

El liberalismo económico relativo -pese a todo, su énfasis en combatir la inflación no le permitió acabar con las cifras de paro- acabó empañado por las revueltas que la aplicación de un impuesto para la financiación local por individuo (Poll Tax), en sustitución de uno progresivo ajustado al valor catastral del inmueble. Un individualismo mal entendido desde mi punto de vista, porque supuso un aumento de los impuestos a la postre y un intervencionismo estatal sobre la financiación local. La revuelta que provocó fue la puntilla a su último mandato, lastrado por las desaveniencias internas y externas.

Un verdadero libertarianismo no puede llevarse a cabo mediante una recentralización del poder que afirme la autoridad del Estado nacional sobre poderes locales o entes privados y ciudadanos.  Los gobiernos de Thatcher, con tener algunos aspectos positivos en sus fines, como la liberalización económica, usó medios que para un liberal libertario no serían los más adecuados. Y como expone Richard Vinen en su Thatcher's Britain, el liberalismo de la Premier británica, tenía poco que ver con el liberalismo clásico del histórico Partido Liberal inglés (p. 288) y que fue más una retórica para atraer a votantes de la coalición de centro conformada por el Partido Liberal y el partido Social Demócrata.

Los que somos partidarios de políticas económicas liberales les podemos encontrar algunos logros a los mandatos de Reagan y Thatcher, pero afirmar que encabezaron una verdadera revolución liberal o un movimiento libertario es ir demasiado lejos. Su mezcla de monetarismo, corporativismo, militarismo, nacionalismo, conservadurismo creo que dejan poco espacio para una definición libertaria de sus gobiernos.

sábado, 14 de enero de 2012

#SanCanuto y el antiprohibicionismo liberal-libertario del P-LIB

El P-LIB se dispone a apoyar durante la semana próxima la popular celebración denominada "San Canuto", en la que anualmente se reclama la legalización del cannabis. En la página de Facebook del Partido de la Libertad Individual hemos recibido alguna crítica por parte de liberales que nos siguen pero que no tienen claros algunos principios.



Los liberales libertarios somos coherentes con un liberalismo integral, al 100%. Nos posicionamos todos los días en economía a favor siempre de un menor intervencionismo estatal y por la reducción y eventual eliminación de impuestos. Nadie podrá decir de nosotros JAMÁS que no seamos liberales serios y coherentes con nuestros principios.

Pero la libertad económica, con ser importantísima y básica para el ejercicio de las demás libertades, no es la única. La lucha contra el prohibicionismo es una lucha que debe verse en un plano más amplio y como decían mis compañeros en sus post a esta noticia, está vinculado al derecho de propiedad del propio cuerpo.

Nadie puede arrogarse el derecho de decidir por un individuo qué o qué no puede entrar en la propiedad más esencial y primaria del ser humano: el cuerpo. Somos propietarios, antes de nada, de nuestro cuerpo, vida y salud. Y nadie, tiene el derecho a constreñir su libertad de movimiento y libre y voluntaria interactuación con su entorno.

Drogas, prostitución, habeas corpus, aborto y eutanasia son campos espinosos en los que todos los días se viola el derecho sagrado a la propiedad de uno mismo y a disponer de este bien como mejor crea. Uno tiene derecho a la autodestrucción si es libremente elegida y esto es algo que los moralistas colectivistas no entienden.

Y esto es tan importante como la bajada de impuestos y la desestatalización de la economía, porque es, última instancia LO MISMO: nadie tiene derecho a decidir sobre las propiedades ajenas. Así que liberal-progresistas o liberal-conservadores podéis criticarnos lo que queráis; nosotros no estamos para convertirnos en un movimiento de masas, sino de individuos convencidos y coherentes con unos principios. Y nos da igual ser 4 o 4000 o 4 millones, lo que nos importa es que somos un grupo de autodefensa del individuo y sus derechos inalienables. Ceder ante vuestros puntos de vista o críticas contra nuestra acción en San Canuto es tanto como ceder ante el colectivismo que todavía os carcome la cabeza y eso nunca.

Porque estamos y existimos para PARAR al colectivismo. Precisamente para disgustar a los restos de colectivismo que todavía queden en vuestras mentes.

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